¡Bienvenidos a Premoney una semana más! Cómo ya sabrás, este espacio nace con la intención ayudar a founders a través de artículos, publicar contenido relacionado con el ecosistema emprendedor español y proporcionar soporte en financiación, tanto pública como privada.
Levantar capital no es suerte, es estrategia.
Esta semana he tenido tiempo para reflexionar sobre algunos de los errores que cometí montando #freightol (estaba haciendo la renta 😂) y que con total seguridad no volvería a cometer, bajo ningún concepto. Los he querido repasar ya que alguno fue caro, y estoy convencido que os servirán.
Podría empezar resumiéndolo con la frase:
El dinero en fases iniciales sirve para comprar tiempo, no para inflar egos.
Durante 2 años afronté el crecimiento como si fuese una carrera contrarreloj: incorporaciones, ventas, presupuestos más grandes... incluso cuando el producto no estaba listo. La consecuencia no fue solo económica, sino estratégica: retrasé descubrimientos importantes sobre los clientes, aguante funcionalidades que no eran necesarias y que se debían haber eliminado y tuve que improvisar cambios que podrían haberse gestionado mejor. Aquí, en formato confesionario, te comparto esos errores para ayudarte a no caer en ellos.
Gastar dinero en crecer antes de habernos ganado el derecho a hacerlo. Invertí más de cuarenta mil euros en campañas en Facebook, asesores de marketing y diseños de landing pages que prometían multiplicar nuestro tráfico. Llegaron muchos leads, sí, pero también desaparecieron a las dos semanas cuando descubrían un producto que aún estaba en pañales. Ese empujón antes de tiempo infló métricas que no tenían valor real y se comió meses de runway que podrían haberse aprovechado mejor haciendo entrevistas en profundidad con clientes o experimentos más pequeños y enfocados en la retención.
El dinero en las primeras fases es gasolina, y si el motor no está listo lo único que consigues es provocar una explosión.
Contratar un equipo comercial antes de tener claro nuestro encaje producto-mercado. Al delegar demasiado pronto la acción comercial, perdí la oportunidad de escuchar directamente las necesidades reales de mis clientes. Aunque hacer las ventas uno mismo en fases tempranas resulta incómodo y jodido, esa incomodidad es justamente la que aporta claridad sobre qué duele y qué enamora a los clientes.
Contrata comerciales cuando el teléfono empiece a sonar solo, no antes.
Creer que contratar más personas equivale a avanzar más rápido. Llegamos a ser trece empleados cuando aún estábamos debatiendo nuestra propuesta de valor. Las reuniones se multiplicaron, los canales de Slack explotaron y cada cambio estratégico tardaba semanas porque dependía de demasiadas manos. La ley de Brooks no perdona: añadir personal a un proyecto que va retrasado solo consigue retrasarlo más. La velocidad real proviene de reducir la fricción, simplificar procesos y automatizar tareas repetitivas.
Cuando aún no sabes exactamente qué escalar, mantén el equipo reducido al tamaño que podría compartir una pizza.
Sentirme invulnerable con la tarjeta de empresa. Cada gasto que parecía estratégico devoraba nuestro márgen. El sesgo del coste hundido me ataba a herramientas que ya no necesitaba simplemente porque dolía cancelar las suscripciones. Solución: implementar un cierre semanal rápido, mantener un dashboard público y exigir doble justificación para cualquier gasto superior a cien euros.
Ser frugal no es ser tacaño; es mostrar respeto hacia el esfuerzo y confianza de quienes han financiado tu startup.
Subestimar el impacto de la atención al cliente. Cuando el presupuesto aprieta, la primera reacción es recortar en atención al cliente o delegarla en una FAQ. Pensé que así ahorraba, pero aprendí lo contrario. Entendí que la atención al cliente es un activo clave: respuestas rápidas en menos de una hora, seguimiento transparente de errores y un trato cercano y humano. Ese nivel de atención generó fidelidad y testimonios positivos que ningún anuncio habría podido comprar. Los clientes pueden perdonar imperfecciones del producto, pero nunca perdonan la indiferencia.
Invertir en soporte no es un lujo, es un seguro para retener clientes y probablemente el marketing más efectivo que existe.
Así que si tuviera que resumir estos aprendizajes en una frase diría que la caja es oxígeno. Cada euro que gastas debe tener un propósito claro y una fecha concreta en el calendario. Porque ningún KPI importa si te quedas sin gasolina antes de llegar al siguiente checkpoint.
Nos leemos en breve,
Un abrazo👋,
Alberto Hospital