¡Bienvenidos a Premoney una semana más! Cómo ya sabrás, este espacio nace con la intención ayudar a founders a través de artículos, publicar contenido relacionado con el ecosistema emprendedor español y proporcionar soporte en financiación, tanto pública como privada.
Levantar capital no es suerte, es estrategia.
"Ya tienes tema para esta semana", me decía un founder antes de colgar el teléfono esta semana. Y así ha sido, hoy escribo sobre si como founder, tienes que centrarte en la valoración o en el control de tu empresa.
Yo lo tengo claro, pero es cierto que cada uno gestiona su empresa como le da la gana.... o como le dejan, ¿no? 🤫
Cuando como founder preparas una ronda de inversión, es super tentador que te obsesiones con la valoración – ese número que define cuánto vale la startup. Pero, a diferencia de tu obsesión, los que ya han repetido errores aconsejan priorizar primero las cláusulas de control y gobierno (lo que llamamos materias reservadas) antes de fijar la valoración final.
¿Por qué?
Una valoración alta puede quedar eclipsada por términos de control desfavorables.
Conseguir una valoración alta suele verse como una victoria. Pero “un term sheet desfavorable te puede dejar sin control en la primera etapa”. Dicho de otra forma, de poco sirve presumir de valoración si a cambio has cedido derechos que permiten al inversor ponerte contra las cuerdas.
Los buenos inversores lo saben: “Prefiero abordar el riesgo económico negociando la valoración y estar contento con cláusulas estándar, porque el verdadero dinero en venture no se gana con trucos contractuales sino creando valor a largo plazo”. Si un inversor ofrece una valoración altísima pero exige controles extraordinarios (veto sobre decisiones clave, participaciones preferentes con privilegios, etc.), puede estar dando con una mano y quitando con la otra.
Desde el punto de vista legal, las materias reservadas –esas decisiones de la empresa que requieren consentimiento expreso de los inversores– son fundamentales. En un pacto de socios, se suelen añadir un conjunto de estas materias (como por ejemplo: aprobar presupuestos, emitir nuevas acciones, vender la compañía, cambiar estatutos) que no podrán ejecutarse sin el visto bueno del inversor. Esto da al inversor un derecho de veto efectivo sobre asuntos críticos de tu empresa. Una guía para rondas Serie A lo resume así: “pueden conducir al bloqueo efectivo de la sociedad, otorgando a los inversores más poder del que su participación minoritaria sugeriría”. Por eso, negociar primero estas cláusulas de control y alinearlas con tu visión es vital.
Si el inversor y el fundador no logran acuerdo en gobierno, hablar de valoración es innecesario– mejor descubrir pronto si hay algo que no encaja en vez de celebrar una valoración para luego ver fracasar la inversión por temas de control.
Ceder demasiado control demasiado pronto puede costarte la empresa. Una cláusula común a negociar es la composición del Consejo de Administración. Dar al inversor mayoría de asientos en el board en una etapa temprana es un “no-go”: significaría que podrían incluso despedir al fundador de su puesto de CEO si así lo quisieran. En etapas seed o Serie A, lo estándar es que los fundadores conserven más asientos que los inversores (o al menos igual número). Cada ronda te irá diluyendo y con eso el control de tu empresa, así que mientras antes establezcas un equilibrio sano, mejor podrás aguantar presiones futuras.
Muchos fundadores primerizos piensan “mientras conserve el 51% de las acciones, controlo la empresa”. Falso sentido de seguridad.
La propiedad y el control son ejes. “Los fundadores suelen obsesionarse con retener el 50,1% pensando que eso les da control, pero la clase de acciones que venden sí es un término de control”. Por ejemplo, si los inversores obtienen acciones preferentes con derechos de veto (materias reservadas), podrán bloquear decisiones importantes aunque el fundador tenga la mayoría. El poder de veto contractual supera al porcentaje de equity.
En definitiva: un 20% con derechos especiales puede mandar más que un 51% sin ellos.
Negociar primero los términos de control también es estratégico porque marca el tono de la relación con el inversor. Enseñar desde el inicio que cuidarás los temas cruciales (aunque dejes otros puntos menores en segundo plano) evidencia que sabes cuáles son tus prioridades. Los buenos VCs no se sorprenden de que “defiendas los temas importantes, siempre que tus posturas sean justas”. Al revés, si aceptas todo sin discutir, podrías perder. Se trata de encontrar un equilibrio: ni pelear cada coma ni ceder en lo esencial.
En la mayoría de las negociaciones, esos grandes temas incluyen aspectos de control (p.ej. quién manda en el consejo, qué vetos existen) y aspectos económicos clave.
Las historias abundan: startups que firmaron valoraciones altísimas pero con “cláusulas venenosas” terminan arrepintiéndose. Durante los años de las “unicornios” muchas empresas aceptaron preferencias de liquidación superiores a 1x o cláusulas de ajuste (ratchets) a cambio de valorizaciones espectaculares. ¿Consecuencia? Al llegar la hora de la verdad (venta o IPO), los fundadores vieron poco o nada del dinero.
Otro ejemplo común: conceder al inversor un veto sobre futuras rondas. Imagina acordar una valoración alta en seed y un año después necesitas una Serie A. Si aquel inversor seed tiene materias reservadas sobre emitir nuevas acciones o nuevas series, podría bloquear la ronda si no le gusta (quizá porque diluye su porcentaje, o no le convence el nuevo lead). Hay startups que quedaron atrapadas sin poder levantar capital fresco porque un inversor inicial con apenas 15-20% de equity tenía poder de veto y lo usó para retrasar o frenar la siguiente ronda. Este tipo de cláusulas mal negociadas “pueden incluso hacer volar futuras inversiones”, espantando a nuevos VCs que ven un pacto de socios demasiado desequilibrado.
En cambio, vemos beneficios tangibles cuando se prioriza un acuerdo “limpio” de control. Fundadores que cuidan estos aspectos en la ronda inicial sientan una base sana: “Un buen fundamento hace que la siguiente ronda sea rápida y simple, ya que los futuros inversores se adhieren a términos sencillos; lo contrario complica las rondas futuras”. Si aceptas términos complejos ahora, después puede ser muy difícil eliminarlos: “revertir malos términos es difícil y a menudo imposible”. Un pacto de socios equilibrado en gobierno desde el día uno evita renegociaciones traumáticas en Series A o B, porque no habrá “bombas” escondidas que los nuevos inversores exijan desactivar.
En un term sheet de venture capital, prácticamente todos los apartados caen en dos categorías: económicos (qué obtiene cada parte en términos financieros) y de control (quién toma qué decisiones). Brad Feld resume: “solo hay dos cosas clave que importan en la negociación de un term sheet: la economía y el control”
Aquí va una comparativa de términos típicos de cada tipo y por qué son relevantes:
En resumen, los términos de control dictan quién puede hacer qué en la empresa, y los económicos dictan quién gana qué y cuándo. Un inversor de First Round Capital resumió que una valoración alta con malos términos es una victoria pírrica – al final puedes perder más de lo que ganaste en valoración.
¿Qué pasos concretos puede seguir un founder para aplicar este enfoque en su ronda? Aquí van algunos consejos prácticos:
Negociar primero las materias reservadas y términos de control es un movimiento inteligente para proteger la visión y el futuro de tu startup. La valoración, por importante que sea, es solo un número en un documento; en cambio, las reglas de juego que pactes determinarán quién tiene las riendas en los momentos clave. Los fundadores que entienden esto abordan la negociación de forma más estratégica y sostenible.
En una term sheet solo importan dos cosas: “la economía y el control”. No descuides ninguna. Una ronda exitosa no es solo la que cierra mucho dinero a X valoración, sino la que te deja con la estructura de propiedad adecuada y el control suficiente para llevar tu empresa al siguiente nivel sin sorpresas.
Priorizar el control no espanta a los buenos inversores – al contrario, demuestra que eres un emprendedor serio, con miras a largo plazo. Y si un inversor se ofende porque quieras salvaguardar la viabilidad de tu empresa, tal vez ese inversor no era el indicado. Negocia con cabeza fría y principios firmes: la startup que salvarás será la tuya.
Nos leemos en breve,
un abrazo👋,
Alberto Hospital